Al iniciarse los años '20 las faldas que apenas sobrepasan las rodillas, ya se imponen entre las jóvenes chilenas, causando una gran polémica que no dura demasiado. El vestuario femenino se ha simplificado notablemente en su estructura, a pesar de dar cabida a una gran cantidad de ornamentos como bordados, lentejuelas, mostacillas, pedrería, especialmente en los trajes de noche. Predomina la silueta geométrica, que se apoya en tablas y pliegues, situando el talle a la altura de las caderas (moda Charleston). Los complementos excéntricos incluyen boas de piel, abanicos, sombrillas, joyas de cristal de roca, perlas de fantasía, pequeñas carteras decoradas con pedrerías y motivos vanguardistas. La novedad y la flexibilidad son las características de una época de gran movimiento y cosmopolitismo, en la cual se produce un cambio radical en la imagen de la mujer. En marzo de 1920 se lee en El Mercurio: "Es increíble los cortas que han dado en llevar las faldas nuestras niñas, dejando ver las piernas hasta la rodilla, las que no siempre son muy bonitas, y en este caso la cortedad de las faldas resulta un fracaso pues muestra lo que nadie quiere ver. Las niñas discretas, señoritas de verdad, que tienen madres que las saben dirigir, usan faldas de largo y ancho razonables, lo que siempre es más elegante que las que pierden el pudor por seguir modas que no les corresponden. ¡Triste cosa!". |
lunes, 27 de octubre de 2008
la moda femenina en chile 1920
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